Revista Vitrina Académica, Chile, dic. 2011

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Revista Vitrina Académica

Especial PSU

con Vladimir Huber

«Un gran paso en el camino»
Hace años, cuando me tocó pasar del colegio a la universidad, y debía decidir sobre lo que quería estudiar, me encontré con que nada me atraía lo suficiente como para tomar una decisión. Tenía 17 años de edad, era un tanto ingenuo en mi experiencia de vida, había estudiado los 12 años escolares en un mismo colegio, y buscaba un camino, pero, ¿hacia dónde, hacia qué, en dónde? Me decidí a buscar en otros horizontes, por lo que partí del puerto de Talcahuano –lugar de zarpe del barco- a Nueva York en un barco carguero, viaje que duró 18 días, cruzando el canal de Panamá. Luego de los vaivenes del viaje, que en gran parte me sorprendieron –en realidad, casi todo me sorprendía-, llegué a destino, y fue allí en donde partió un andar que ha durado por algunas décadas.

¿Por qué partí? Sentí que quería tener experiencias que me mostraran una realidad, o realidades, que hasta ese entonces no había tenido la oportunidad de vivir. Y así fue. Conocí gente, modos de vida y pensamiento que jamás había imaginado que existían, ya que conocí nuevas formas de relacionarse, vestir, comer, trabajar, e incluso, estudiar. Este mundo que me resultaba nuevo, nadie me había dicho que existía, que había gente y sociedades así en el mundo, que las cosas, las que fueran, se podían hacer de otra manera a la que hasta ese entonces conocía. ¿Me habían engañado, me habían negado información? No, de ninguna manera, pero es que los que me mostraban el camino hasta ese entonces, no sabían, tampoco, que había otras formas de pensar, sentir y vivir. En otras palabras, que había otra realidad más que la que habíamos vivido en nuestro mundo, en una ciudad pequeña, cuando en ese entonces el mundo no contaba con celulares, TV de cable, y mucho menos, Internet. Es algo difícil de imaginar para un estudiante actual, ¿verdad?

Viviendo en variados lugares estudié diversos temas, muchos de ellos, supuestamente, sin relación entre sí, lo que terminó no siendo así, ya que eran formas de enriquecimiento personal –a la persona, al ser- que se fueron interconectando, y que con el tiempo fueron dando sus frutos, mostrándome que en la vida no hay experiencias inútiles, que todo depende del uso que hagamos del material que día a día vamos recibiendo.

¿Por qué buscar en otros lugares lo que podría haber buscado en casa? Porque en esa época las opciones en mi ciudad natal eran bastante limitadas, no en el sentido que no fuera nutritivo para la persona lo que se le ofreciera a un estudiante que deseara continuar su educación, luego de graduarse de cuarto medio, sino que me resultaba más de lo mismo. Nuevamente, recuerden que hace años el país estaba, por razones geográficas y de tecnologías todavía no desarrolladas, bastante aislado del mundo, muy diferente a lo que ocurre ahora.

¿Le recomendaría a todos que se fueran a estudiar fuera del país? De ninguna manera, pero, sí les invitaría a buscar en el lugar que fuera, formas y opciones de aprendizaje que sean diferentes a las que están acostumbrados. ¿A qué me refiero? Consideremos que casi todos los pensamientos que tenemos en un día son los mismos del día anterior. O sea, somos un disco rayado porque seguimos haciendo lo mismo de siempre, con la misma gente, con las mismas creencias y opciones de vida, estudio, trabajo, entretención, relaciones sociales, etc., y así, sólo reforzamos aquello que creemos, practicamos y, por ende, constantemente, buscamos. De allí el dicho, más vale malo conocido que bueno por conocer. Así, evitamos el riesgo de que algo nuevo nos desilusione, nos atemorice, nos amargue la vida. Y entonces, nos podemos preguntar, ¿vale la pena vivir una vida en la cual sabemos de antemano lo que va a ocurrir? La seguridad no tiene nada de malo, puede ser muy tranquilizadora, pero, ¿y si prima por sobre todas nuestras opciones de vida, no se pone esta un poquito aburrida, limitante?

Les hago una pregunta: cuando buscan algo, ¿lo hacen de la misma manera, o se lo plantean de una forma diferente a como lo han venido haciendo en los últimos años? Lo que se plantean, ¿es posible que esté diseñado por creencias que sólo refuerzan las que actualmente tienen? Me atrevería a decir que es como funciona la mayoría, lo que se podría llamar normalidad, al menos, del punto de vista estadístico.

A ver, vayamos a otro campo, el de los inventores. No podemos pedirle a todos que sean inventores, personas que nos muestran que podemos hacer las cosas de otra manera a como habitualmente se hacen. De hecho, esas personas no suelen pasarla muy bien con su entorno, ya que son pioneros, y en cierta manera van a contracorriente, como los salmones cuando vuelven río arriba a poner sus huevos, lo que no es fácil. ¿Y si no hubiera inventores, si nadie planteara una nueva forma de ver la vida, en el área que sea, estaríamos satisfechos con que nada ni nadie cambiara?

¿Cuál es la misión, si la podemos llamar así, de las nuevas generaciones? Antes de ofrecer opiniones, veamos qué dicen algunos como el Dr. James Hillman, que plantea que cada generación es más evolucionada que la anterior, lo que no es menor, ya que entonces, ¿cómo es que los menos evolucionados le enseñan a los más evolucionados? Complicada la pregunta, pero hay algunos que se la han hecho, y antes de Hillman, como María Montessori, la primera mujer médico de Italia, cuando era mal visto que una mujer estudiara esta carrera. Ella dice que los niños son sus propios maestros, y creó todo un método pedagógico al respecto, que se usa cada vez más alrededor del mundo.

¿Y qué pasa con la misión de la juventud, o no hay ninguna? A través de la Historia hemos visto que la juventud suele ser rebelde, planteándole a los adultos temas que éstos preferirían dejar tal como están, lo que nos dice que si no fuera por los jóvenes, el mundo se mantendría bastante parecido con el paso de los siglos.

¿No es demasiado pedirles a ustedes que se hagan cargo de mostrarnos aquello que preferimos no ver? Históricamente hemos visto que ha sido así, y es algo que parece no querer cambiar.

¡Buen viaje!

Vladimir Huber
PhD en Psicología, Atlantic International University, Hawái, EEUU
Vive en Santiago, Chile