Madrid, 11 y 18-5-75
¡Qué fácil es pensar sin arriesgar!
Por Vladimir Huber
Desde tu torre de cristal, contemplas a tu alrededor
sin que te salpique el barro
ni se te ensucie tu dorado panteón
así como tampoco peligra tu seguridad familiar
de la cual sacas pingües dividendos
Estás entre lo que te han inculcado
y lo que pretendes creer de acuerdo a tu generación
Podrías ser de los jóvenes moderados
pero, ¿se puede ser joven, y a la vez moderado?
No hablo de violencia, sino que de diferencia de ideas
si eres oven, ¿cómo puedes estar de acuerdo
con tantos pensamientos y maneras de ser
caducos y obsoletos?
De acuerdo que tienes que heredar mucho lastre
pero si es que lo heredaste y es lastre
¿cómo es que lo aceptas y lo continúas
lo defiendes e incluso te molestas
cuando alguien te lo menciona?
Tú, sí, a ti te hablo
no trates de escapar de alguien que te dice lo que piensa
¿que quién soy yo?
quizás una aparición
o alguien que cabalga en tu interior
al ritmo de tu corazón
del cual pareces haberte olvidado y ya casi ni escuchas
Es tarde y el sueño me embarga
llevo siglos tratando de hacerte comprender
pero pareces ser más sordo de lo que creía
Quizás un tropezón, sea más auténtico que mil palabras
pero, ¿es necesario?
Parece que me voy a dormir; se me ha secado la boca
es que, ¿quién aguanta un monólogo tan largo?