La sicología del chileno en los cambios económicos
y su relación con un estudio de la Universidad de Harvard
El Retorno a los Seres Humanos
Por Vladimir Huber
La economía chilena, inserta en la evolución general que experimenta la economía mundial, ahora global, está pasando por cambios que jamás se habían visto en nuestro país, tanto en su alcance como en su profundidad. Hasta ahora, Chile había podido llevar un ritmo que de una forma u otra decidía de forma casi independiente, teniendo como principal presión internacional el acontecer externo que dictamina el precio al que se cotiza el cobre en Wall Street. Las cosas han cambiado, habiendo Chile disminuido su casi total dependencia a este metal para obtener moneda dura como motor de su avance social y económico. La fruta, el vino, la madera, el pescado, y otros productos, han ganado un lugar importante en la obtención de divisas extranjeras, brindándole al país una diversificación que hace unas décadas no sólo se podría haber considerado imposible, sino que incluso contraproducente para los intereses nacionales.
Aparte de la diversificación, el país ha logrado un despegue económico que a propósito se ha debido frenar, con el objeto de que la inflación, que hace unos años llegó a estar a más del 20% anual, no menoscabara los logros obtenidos por el avance económico. Como muestra alarmante están los vaivenes inflacionarios de las economías de Brasil y Argentina, por citar a unas de las más grandes y relevantes de Sudamérica. Todos tenemos presente las constantes devaluaciones que sufrieron el peso argentino y el real brasileño, así como sus cambios de nombre cada vez que mil unidades de la moneda antigua eran reemplazadas por una de la nueva denominación. Llegó al punto en que debido a su frecuencia era difícil recordar cual era el nombre de la moneda actual en cada uno de estos países. Argentina, especialmente, ha llegado a un caos económico y social que no tiene un desenlace claro en este momento.
Al igual que lo realiza la Reserva Federal en Estados Unidos cuando la inflación desmedida hace su aparición, hace unos pocos años en Chile se hizo intencionalmente más cara la obtención de dinero, con lo que se logró enfriar un tanto la expansión económica, lo cual, a su vez, hizo bajar los índices de inflación anuales. Las cifras actuales son bastante alentadoras, al punto de que algunas mensuales son negativas. Algunos economistas y empresarios, en cierta medida, añoran los años en que había una mayor inflación, ya que eso generalmente significa un mayor consumo y crecimiento de la economía. Lo ideal, por supuesto, es una baja inflación sumada a una expansión adecuada de la economía.
La economía ahora tiene una gran entrada de productos extranjeros que antiguamente eran bastante difíciles de obtener. Esto no sólo le ha permitido al consumidor tener una mayor cantidad de bienes de consumo a su disposición, y a un precio menor, sino que además le ha permitido a los industriales y empresarios de todos los tamaños hacer uso de tecnología avanzada para promover sus negocios. La apertura de la economía, así como la inclusión del «chip», también llamado circuito integrado, han permitido que la maquinaria industrial que antes sólo se encontraban al alcance de las grandes compañías ahora estén a disposición de todas las empresas. Esta tecnología incluye máquinas grabadoras para recibir mensajes telefónicos, máquinas de fax, y los famosos computadores con todos sus aparatos periféricos, como modems, impresoras, discos CD ROM o discos CD para música, escaners, y el resto de la tecnología de medios múltiples.
Por otro lado, la máquina de escribir ya ha quedado en desuso. En Estados Unidos la última fábrica de máquinas de escribir tuvo que cerrar, ya que es casi nulo el uso que se les da en las oficinas no sólo de ese país, sino también del resto del mundo. Esto ocurre a medida que aumenta el uso de los computadores, debido a lo práctico que este aparato resulta, en comparación con la máquina de escribir. Esta última es una tecnología que tuvo su época, pero que ahora camina con paso seguro hacia los museos tecnológicos.
Si por un lado las máquinas de escribir han salido perjudicadas, la maquinaria industrial se ha visto beneficiada con la introducción del ya mencionado chip. La revolución que esta pequeña pieza electrónica de 2 a 12 mm ha producido en la economía mundial ha sido sin precedentes, ya que su difusión ha sido autoalimentada, es decir, gracias al uso del chip en computadores o cerebros electrónicos de todo tipo de maquinaria, se ha producido una mayor demanda de los mismos chips, una vez que se ha comprobado cómo pueden reducir los costos de producción, disminuir los plazos de entrega, y mejorar la calidad del producto.
Según la sicología, todo cambio produce stress, también llamado estrés en la castellanización del término. Este estrés se puede definir de dos maneras: distrés y eustrés. Distrés es el estrés negativo que interrumpe el flujo positivo de crecimiento y movimiento de la vida. Eustrés es la energía inherente a los procesos vitales, lo que conduce al funcionamiento saludable de plantas, animales, y seres humanos. Se le podría llamar energía vital.
Los cambios producidos por la rápida evolución de la economía chilena han generado ambos tipos de estrés, tanto el positivo como el negativo. El positivo ha sido una energía creativa que ha llevado a promover el cambio evolutivo que beneficia a toda la sociedad. El negativo ha sido producto de lo difícil que le resulta al ser humano adaptarse a estos cambios. Chile, en gran parte por su posición geográfica, se ha mantenido un tanto alejado de los centros comerciales y económicos del mundo. Eso pertenece al pasado. Hoy, con la globalización de la economía y del comercio, y en general, de todas las actividades humanas debido a que somos parte de la aldea global, la famosa global village, no existen fronteras ni distancias que valga la pena mencionar, y aquí es en donde el chip nos ha acercado: las comunicaciones, ya sean telefónicas para hablar, o para comunicarse a través de un módem con el computador, son instantáneas, lo que aumenta con la introducción de la banda ancha y la red mundial Internet. Esta última mantiene conectados a todos los países del globo de forma económica y rápida, lo que hasta hace poco no ocurría. Las distancias en el mundo de las noticias que principalmente conocíamos a través de la prensa y la radio, y recientemente a través de la televisión, también se han reducido enormemente, principalmente gracias a Ted Turner, pionero de la comunicación global, quien era uno de los dueños principales de Turner Broadcasting Service (TBS), que es la sociedad matriz de la cadena de noticias CNN. En todo el mundo sabemos de forma instantánea lo que ocurre en el resto del planeta, y esto lo vemos en color, con sonido e imagen de buena calidad durante las 24 horas del día.
Todo este acercamiento de los seres humanos de diferentes culturas, religiones, idiomas, niveles socioeconómicos, y zonas geográficas es un gran paso adelante hacia una sociedad mundial más justa y en paz, en donde el ser humano podría ser considerado como tal, aceptándosele su idiosincrasia. Esta aceptación es fundamental para la coexistencia pacífica. El chip se merece una buena dosis de crédito en esta creación de la aldea global, pero a la vez, también ha jugado su papel en crear temores en una generación no acostumbrada a la tecnología avanzada, y no es exclusivamente en el hecho de que los mayores de treinta se compliquen cuando tienen que programar una grabación futura con la videocasetera.
Es un temor de otra índole, y se refiere a la inestabilidad laboral.
Antiguamente, una persona se encontraba segura en su empleo si realizaba su labor como se le había señalado. Incluso, sabía que cada cierto número de años podía lograr un ascenso en el escalafón de la compañía con los beneficios que ello acredita. Actualmente, no ocurre así. Muchos ejecutivos, empleados, y obreros temen el avance tecnológico porque no saben si mañana la empresa va a decidir reemplazarlos, no con otros empleados, sino que con una máquina computarizada que hará el trabajo mucho mas rápido que ellos, sin cobrar sueldo ni esperar otro tipo de beneficios. Chile está en el camino de modernizar su tecnología, pero otros países como Japón, ya vienen de vuelta. La compañía automotriz Toyota gastó cientos de millones de dólares en robotizar sus plantas de montaje, para luego comprobar que había un elemento humano que no había considerado, al que podría llamársele creatividad, algo que no proporcionaban los robots, y que sí le era necesario, incluso en funciones que parecerían ser repetitivas. Toyota se encuentra realizando un nuevo reemplazo, esta vez son los caros robots los que están abandonando las plantas de montaje, ante el retorno de los seres humanos.
¿Cómo recibe el chileno este cambio monumental de su entorno, tanto familiar como laboral y social?
Lo recibe con una gran cantidad de estrés negativo, del tipo llamado distrés. Es algo que se palpa en los hogares, en la calle, en los lugares de trabajo, y en los centros de diversión. ¿Cuál es el problema? Que si no se hace algo, y pronto, la gente va a comenzar a manifestar de forma más intensa los síntomas y las consecuencias posteriores del estrés que ya está expresando, como irritabilidad, agresividad, desdén hacia sí mismos y los demás, así como desinterés por el bienestar personal y social, dentro de lo cual se incluye su aporte laboral.
El desinterés referente a lo laboral se puede manifestar de varias formas, entre las que se encuentran una menor creatividad en el trabajo, una baja en la producción, una reducción de la calidad del trabajo o producto realizado, y un deterioro de las relaciones interpersonales hacia arriba y hacia abajo en la jerarquía de la empresa, por mencionar a algunas. También se aprecia un aumento en el consumo de drogas y alcohol. Todos estos casos producen un encarecimiento del producto entregado, ya sea algo concreto que se fabrica, como un par de zapatos, o un servicio que se realiza, como la venta de un viaje por parte de una agencia. El producto no sólo se hace más caro, y por ende, menos competitivo, sino que además disminuye de calidad, ya que se ha realizado con una disminución del interés de parte de quien lo llevó a cabo. Esto ocurre cuando el empleado trabaja exclusivamente por el beneficio económico que va a recibir, pero sin el más mínimo interés de hacerlo también por «la camiseta», que es el afecto que siente por la compañía en donde labora.
Muchas empresas ya se encuentran realizando seminarios y talleres de capacitación para hacer frente al estrés negativo que los cambios económicos han producido en los ejecutivos, empleados, y obreros chilenos. ¿Están, estas empresas, malgastando los presupuestos públicos y privados? Definitivamente, no.
Hace unos años se llevó a cabo por primera vez un estudio de dos años en la Universidad de Harvard, el cual fue solicitado por el Ministerio del Trabajo de Estados Unidos. Este estudio pretendía medir la cantidad de recursos que invierten las empresas catalogadas como Fortune 1000 en sus empleados y los beneficios que obtienen con esta inversión. Se comprobó que mientras más invierte una compañía, mas éxito obtiene en el mercado. Por ejemplo, se calculó que la compañía Motorola, la enorme corporación dedicada a la fabricación de equipos electrónicos, obtiene 30 dólares por cada dólar que invierte en sus empleados, o sea, un 3.000% de retorno a la inversión. ¡Cómo quisiéramos que todas las inversiones fueran tan productivas!
Las compañías chilenas con una mentalidad moderna y que saben como obtener el mejor retorno a sus inversiones, ya se encuentran invirtiendo en sus empleados. Según señalan, los retornos son altamente productivos. Es una clase de inversión que beneficia a todos los participantes, así como a la sociedad en general. ¡Bienvenida sea!