El Nortino, Iquique , Chile

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El Nortino Iquique, 8 de mayo, 1999

El cuerpo, una extensión
de los perfiles de personalidad

Simoy Gahona Lay


Más allá del campo tradicional de la sicología, la idea de que el cuerpo constituye un reflejo de la personalidad es una tesis que cobra día a día mayor fuerza. Un enfoque integrado en esa perspectiva la ofrece el sistema Huber de sanación que, a través de un proceso introspectivo de cuatro etapas, promete un cambio radical en los estados de somatización, asegura su autor, Vladimir Huber.

Luego de una fructífera visita al país -que incluso dejó comprometido un pronto retorno-, este sicólogo chileno radicado en Estados Unidos expresó su interés de expandir en el país los contenidos desarrollados en su Master’s efectuado en la Universidad de Santa Mónica, en California.

Ello, luego de conocer las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que sindican a Santiago como la ciudad con más trastornos sicológicos en el mundo: un 52,5 por ciento, contra el 35,5 por ciento de Río de Janeiro, y un 26,3 por ciento de París, argumentó.

El campo de acción, entonces, se orientaría a explorar los obstáculos que impiden a la persona obtener lo que desea, indagar en la fuente emocional de las enfermedades físicas, analizar los patrones de comportamiento que siempre llevan a los mismos resultados, y fomentar la creatividad en sus diferentes expresiones.

Bajo estas premisas, dijo Huber, el sistema de sanación que propone abarca el autoconocimiento de los ámbitos físico, mental, emocional, y espiritual de la persona. De esa manera, explicó, «no queda ningún aspecto en ella que no quede trabajado. Porque la sicología además de lo mental, a veces cubre lo emocional, pero rara vez los aspectos físico y espiritual. Creo que si no se tocan los cuatro niveles, la recuperación física y emocional de la persona es bastante más lenta, o sencillamente no ocurre».

«Mi comparación es que si tienes un jeep con tracción a las cuatro ruedas puedes subir casi cualquier tipo de montaña, en cambio con un auto normal sólo se puede enfrentar un terreno muy plano. Aquí ocurre lo mismo, y los cambios que se producen son dramáticos, sobre todo con los pacientes con cáncer con que he trabajado, pues los tumores reducen su tamaño mediante una relación entre el aspecto emocional y el orgánico denominado somatización», señaló Huber.

Agregó que un caso ilustrativo en relación al punto de la personalidad «es el de un paciente con artritis crónica, al que le dijeron que debía operarse en dos o tres semanas porque, si se demoraba más, podía quedar paralizado. El continuó con la terapia y logró su sanación.

«Ahora, él tenía una personalidad muy rígida que se reflejaba en su cuerpo a través de la artritis, que es una rigidez de las articulaciones. Entonces, ciertos tipos de personalidad tienen un equivalente en ciertos tipos de enfermedades que pueden revertirse al ir sanando los aspectos traumáticos en la vida de la persona», expresó.

Subrayó, no obstante, que «la velocidad del cambio depende de cuánto la persona esté dispuesta a trabajar; si hay compromiso, las posibilidades de recuperación aumentan enormemente».

Estilo de Vida
Además de avanzar en la terapia de cuatro niveles, Huber recomendó complementar el proceso de transformación con un tipo de alimentación orgánica, o «que al menos se eliminen las carnes rojas, porque tienden a aumentar la toxicidad del cuerpo».

«Ojalá la gente se pueda concentrar en pescado y pollo, o usar carne de soya, que es vegetal, y que los vegetales no contengan pesticidas, pues muchos de ellos son cancerígenos. También recomiendo clases de Tai-Chi o yoga para que haya un movimiento de la energía interna», sugirió.

A su juicio, y tras ser consultado por el alto índice de suicidios que se están registrando en Iquique, lo ideal es que los cambios de enfoque en el estilo de vida se inicien desde la etapa infantil.

«O sea, partir enseñándole a los niños cómo ‘volarse’ con algo interno, en vez de hacerlo con estupefacientes. Eso se puede lograr a través del trabajo con profesores también, pues ellos notan que no basta con decir ‘no usen drogas, o no beban’. Los niños no hacen caso porque no les dan nada en reemplazo», aseveró Huber.

Añadió en esa línea que muchos niños se vuelan con la música, la lectura, y cada cual utiliza lo que le llega más profundamente. Ahora, si a los niños se les enseñara esto en las escuelas públicas y privadas, sería importante incluir también a los padres, porque si no, luego llegan a la casa y el ambiente familiar los tira para abajo».

Planteó, sin embargo, la necesidad de iniciar dicha labor con los profesores, «para que ellos mismos vayan trabajando en sus propias vidas, y luego puedan comunicar eso a los estudiantes, asesorándose con sicólogos y otros profesionales de la salud».

La Independencia
Como un tercer tema relevante, Huber anotó la codependencia, un cierto tipo de relación que evita la promoción emocional de la persona como un ser adulto. «Se trata de una dependencia muy jerárquica, lo que limita que la persona se dé cuenta de lo que es capaz de hacer, es decir, hay un potencial inutilizado, lo que también se refleja en el uso del lenguaje. Algo que este tipo de persona generalmente va a decir en diferentes contextos es ‘no puedo’, con lo que estará reforzando la noción de que es incapaz de hacer lo que desea», dijo.

Añadió en tal sentido que «no es casualidad que esa persona termine con una pareja tipo A, B, o C, ya que escoge a alguien que la limite, como una forma de tener una excusa para no expresar toda su potencialidad».

«Esto es lo que llamo el síndrome de Liz Taylor. Ella se casó casi diez veces y no hizo un trabajo interno. Pensaba que al cambiar a su esposo se le iba a mejorar la vida, pero escogía a un marido exactamente igual al anterior. Varios de ellos eran alcohó1icos, o tenían algún tipo de adicción», explicó.

En torno al lado anverso de la codependencia afirmó que «una persona adulta asume en un 100 por ciento la responsabilidad sobre su vida. Delegar la responsabilidad en otros se manifiesta en la expresión de lenguaje, en una actitud de víctima, y generalmente esa persona estará culpando a los demás o a alguna institución de lo que le ocurre en la vida».

«Tenemos que estar dispuestos a ver reflejada nuestra personalidad en el espejo, en relación a cómo pensamos, sentimos, y actuamos con nosostros mismos y con los demás», agregó Huber.