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El Mercurio de Santiago, Dgo 9 de Mayo de 1999

Una Visión Integral

Mauricio Illanes Naranjo

Del cuerpo, la medicina y del ser humano. Acorde con estos días de globalización y durante los cuales los nexos entre diversas variables de la existencia, otrora aparentemente desprovistos de sentido entre sí, comienzan a entrelazarse, surge la siconeuroinmunología como un nuevo enfoque terapéutico para diversas enfermedades. Es lo que sostiene Vladimir Huber, chileno radicado en California y master en sicología por la Universidad de Santa Mónica, quien cada año viaja tres veces a nuestro país para compartir sus conocimientos en esa disciplina.

«Había una paciente que desarrolló una osteonecrosis; literalmente se le estaban muriendo los huesos de la quijada, en la mandíbula inferior. Los profesionales que estábamos allí, combinando lo emocional con lo somático, llegamos a la conclusión de que ella tenía dificultades para enunciar su mensaje, para expresar lo que pensaba, lo que sentía, lo que quería. Y la forma más práctica de reprimir eso era deshaciéndose de la boca, y ella lo estaba haciendo. Suena un poco mágico, un poco surrealista…».

– Un poco a Isabel Allende.

«Sí, un poco. Es que ella es en cierto modo vecina mía, ya que vive en Sausalito y yo estoy en El Cerrito, que está al otro lado de la bahía», responde riendo y «desolemnizando» su discurso, Vladimir Huber, chileno, master en sicología por la Universidad de Santa Mónica, California, quien visitó recientemente nuestro país para dar una serie de conferencias y talleres acerca de su especialidad, la siconeuroinmunología: interacciones entre el comportamiento, el sistema nervioso y el inmunológico. En ello trabaja integrando el equipo profesional del Centro para la Salud y la Cultura del Hospital de San Lucas en San Francisco, a cuya bitácora clínica corresponde el caso que el profesional chileno relata al inicio de este artículo.

Creador del «Sistema Huber de Desarrollo en los Cuatro Niveles», este especialista, que antes de dedicarse a la sicología trabajó como articulista para diversas publicaciones extranjeras sobre temas científicos, culturales y educativos durante sus viajes por Suiza y Holanda, cuenta acerca de la influencia que el componente emocional tiene en lo somático.

Rabia acumulada
– Se ha logrado crear una disciplina dentro de la medicina que se llama siconeuroinmunología: la relación que existe entre el comportamiento, el sistema nervioso y el inmunológico. Si el segundo baja, nuestras defensas también lo hacen y nos hacemos más vulnerables a una serie de afecciones. Tenemos un diferente bioquímico para cada emoción que sentimos y eso no se puede evitar, es parte de nuestra vida y nuestra estructura biológica. Por ello el estrés también produce efectos a nivel somático.

Además, dice, situaciones traumáticas generalmente vividas durante la infancia y la adolescencia, más un ritmo de vida acelerado y tensionante producen fallas en el sistema inmunológico y en las partes más débiles del organismo, ya sea por herencia biológica o por una forma de vida determinada.

– Lo que hemos visto, lo cual también está reflejado por algunos estudios científicos, es que muchas veces queremos rechazar ciertas partes del cuerpo. Ellas son las que se enferman. Las formas en que más promovemos esto es a través de la rabia acumulada. Pretendemos ser muy dulces, de esta o esta otra manera, pero en el fondo estamos acumulando y tragándonos la rabia. Es uno de los factores emocionales que más promueven el debilitamiento del sistema inmunológico. Y no pocas veces están vinculados al desarrollo de cáncer y otras enfermedades.

– ¿Es como si el cuerpo le pasara la cuenta a una persona por todos sus comportamientos a través de los cuales busca ser lo que no es?

– Claro. La represión es una de las peores cosas para nuestro organismo. Porque uno aparenta, actúa, pero desgraciadamente uno no está en el teatro pese a lo que muchos dicen, en cuanto a que «la vida es una tragedia y que todos los seres humanos estamos parados sobre un escenario…». Por ello uno empieza a pretender, a jugar un rol, lo cual es sumamente agobiante, agotador.

Luego, agrega, en esa pretensión de lo que realmente una persona siente, lo niega, con lo cual no desaparece, que sería lo positivo, sino que se guarda.

– Es parecido a la computadora, en que hay una cantidad de información que no aparece en pantalla pero que se guarda en el disco duro. De igual forma toda esta represión, esta rabia acumulada, se guarda en la memoria celular, que es como se le llama a todo lo que tenemos almacenado en el cuerpo. Y en ciertas partes se manifiesta en forma de tumores u otro tipo de malformaciones.

Como la computadora
Siguiendo con la analogía computacional, Huber (e-mail: e-mail; websites: www.vladhuber.cl y www.medpsychinfo.com cuenta que hasta hace poco en muchos lugares todavía se consideraba a las enfermedades como exclusivamente físicas, lo que entre los médicos de hoy es visto como un enfoque clínico anticuado.

– Es una visión similar a la máquina de escribir, la que hasta hace poco resultaba muy útil, pero cuyo servicio es bastante limitado si se compara con el de una computadora. La máquina de escribir es equivalente a la visión de la física newtoniana, basada en lo netamente material, mientras que la computadora se relaciona con la física cuántica, expuesta a nuevas formas de ver la vida en todos sus aspectos, más allá de lo que podemos ver, medir y pesar.

Según el especialista, diversos estudios científicos realizados en EE.UU. y Europa han comprobado las diferentes formas de relación entre las emociones, el sistema neurológico y el inmunológico que avalan el enfoque terapéutico que establece incidencia entre ellos respecto del surgimiento de enfermedades.

– Somos seres integrales, por lo tanto no podemos dividirnos en un cuerpo por un lado, una mente por otro, sentimientos y emociones en otro lugar, y el aspecto energía, que se podría considerar como espiritual, también separado. La integridad del ser humano es algo que la ciencia actual ha demostrado ampliamente y en detalle.

Huber cita experiencias al respecto compartidas con especialistas norteamericanos, entre los que se incluye el cirujano oncólogo de la Universidad de Yale, el doctor Bernie Siegel, con quien estudió el concepto básico de elección entre la vida y la no-vida que el profesional observó con sus pacientes afectados por cáncer.

– Estar vivos, tener pulso, no indica que hayamos escogido la vida. Hasta que eso ocurra, es probable que estemos viviendo una no-vida, aunque parezca una contradicción. Lo que él llama «pacientes excepcionales con cáncer», son aquellos que se dedican a vivir, justamente porque se les ha desarrollado algún tipo de esa enfermedad, y los que tienen mejores probabilidades de vivir, según numerosos estudios.

El especialista agrega que hay veces en que la vida nos lleva a ciertos extremos para hacernos reaccionar, y si lo hacemos, ésta empieza a cobrar sentido, por dolorosa que sea la experiencia.

«Es lo que le ocurre a muchos pacientes con cáncer. Cuando escuchan el diagnóstico, algo muy fuerte sucede en su interior, es el despertador que en cierta forma algunos estaban esperando. Hasta ese momento estaban viviendo más en el pasado que en el presente», explica Huber en uno de sus papers.

Tumor emocional
Gran tendencia a guardar el resentimiento e inhabilidad para perdonar; proclividad a sentir lástima por sí mismas; baja habilidad para desarrollar y mantener relaciones significativas a largo plazo y una visión de sí muy negativa, son algunos de los rasgos de personalidad que muestran muchas personas víctimas de cáncer, añade este especialista, quien además integra el panel médico del hospital John Muir de la ciudad de Concord en California.

Respecto del estado emocional de ellos, como asimismo de personas afectadas por otras enfermedades, Huber dice que la mayoría de las veces lo que requieren para superarlas es un cambio en su estilo de vida cuya magnitud casi lo convierte en una transformación de personalidad.

– Eso muy poca gente está dispuesta a realizarlo. Lo que generalmente ellos quieren es que otra persona les solucione el problema sin ellos cambiar su forma de vida, lo cual es muy difícil. Un tumor puede ser extirpado y al poco tiempo surgir en otra parte del cuerpo. Porque lo que está causando eso, la emocionalidad contenida y otros aspectos traumáticos de la vida, no han sido cambiados, con lo cual no se produce una sanación para eliminar la carga emocional negativa.

Entre las formas que existen para tratar enfermedades de acuerdo a ese enfoque se incluyen una dieta saludable y ejercicios como Yoga, Tai Chi y movimientos expresivos, los cuales deben regularse en función de la edad y el estado de salud general de una persona, en el caso de trastornos por estrés. A estos ejercicios se suman sicoterapia individual y grupal, ejercicios de relajación y meditación, acupuntura, hipnosis, kinesiología, Reiki y Rolfing, entre otros.

Sin embargo, Vladimir Huber cuenta que especialistas y académicos como la doctora Rachel Naomi Remen y el doctor Dean Ornish, profesora de la Escuela de Medicina de la Universidad de California y cardiólogo del Presidente Bill Clinton respectivamente, están trabajando con enfermos de cáncer y del corazón, como también con alumnos de esa especialidad y médicos graduados, en la expresión de emociones reprimidas como una forma de mejorar la salud de una persona y su calidad de vida.

Algo de lo anterior es lo que presenta la película «Patch Adams», en la cual Robin Williams interpreta a un médico cuya principal metodología para tratar a sus pacientes es el humor, lo cual está refrendado por trabajos como los del investigador de la Universidad de California, Norman Cousins. Uno de los miembros de su equipo, la enfermera universitaria Patty Wooten publicó un estudio donde expresa que «la risa estimula el sistema inmunológico, compensando el efecto inmunológico inhibidor del estrés».

Así, la medicina actual está ratificando «obviedades», «lugares comunes», que, por lo mismo, dejaron de ser visitados. Como una forma de prevenir esto, Papai Pariz Ferenc, un médico de Transilvania que vivió hace tres siglos, repitió en 1680 lo que había dicho antes Aristóteles, y anunció el advenimiento de la siconeuroinmunología al decir que: «Cuando las partes del cuerpo y sus humores no se encuentran en armonía, entonces la mente se desequilibra produciendo melancolía, pero asimismo, una mente tranquila y feliz hace que todo el cuerpo sea saludable».