Madrid, Mayo 1976
El Budismo Zen
Conversación con Cristóbal Vela
En el mundo industrializado de hoy existe un gran interés por lo trascendental, por lo que va más allá de nuestros sentidos; es un despertar tanto en lo intelectual como en lo espiritual, quizá como resultado de la frustración y saturación que sufrimos, al ver que aunque tengamos más coches y televisores, no nos sentimos satisfechos ni podemos evolucionar como quisiéramos, o alcanzar la tranquilidad interna y externa que de una forma u otra todos deseamos.
Quizá este interés sea una respuesta natural al excesivo materialismo que si en un comienzo trajo grandes bondades, hoy en día ya no es así, bastando con ver el aire enrarecido, o sentir la neurosis colectiva de toda gran ciudad, sin contar las drogas, el alcoholismo, el atesoramiento de riquezas, o en términos generales, la violencia e inseguridad con que sentimos y vivimos nuestras vidas.
Es por ello que creímos oportuno conversar con Cristóbal Vela, uno de los entendidos en Zen Budismo en España. Continuamente se desplaza entre Japón, Francia y los países andinos, y varios otros lugares, ya sea para dar conferencias o para ir a experimentar el Zen, para luego transmitirlo con mayor riqueza de vivencias y conocimientos.
Si algo puede resumir su vida es la ‘búsqueda constante’. A sus sesenta y nueve años tiene más fuerza y deseos de continuar la búsqueda interior, sin olvidar lo exterior, que a los treinta.
La conversación duró casi tres horas, las que podrían haber sido más. He aquí un resumen de lo hablado:
Comienza explicando la historia del Zen Budismo:
«El monje hindú Bodhidharma llega a China a comienzos del siglo VI D.C. Conoce el budismo y pretende transformarlo, al encontrarlo demasiado intelectual y poco vivo. Y así nace el Ch’an, siendo Bodhidharma su primer patriarca. A comienzos del siglo VIII D.C., nace lo que iba a ser el Zen actual, con Hui Neng, su sexto patriarca, teniendo el Taoísmo, fundado por Lao Tsé en el siglo V A.C., una gran influencia, y es lo que da al Zen el carácter realista de una comprensión directa de la Vida.
«Al Zen no se le puede definir, ya que desde el momento que se le define, se le limita. Zen es una palabra japonesa que se refiere a una «meditación profunda». El Zen llega a manifestarse en Japón en toda la cultura: religión, filosofía, ética, deportes, artes, etc., o sea, en toda la vida Japonesa.
«El pensamiento Zen – añadió – está basado en los siete caracteres comunes al todo, y que son: la asimetría, la simplicidad, la austeridad, lo natural, la sutileza, la libertad, y la serenidad. Además, se integra lo negativo y lo positivo, lo que es y lo que no es, superando toda clase de dualismo, para integrarse en un monismo superior. El Zen no se deja aprisionar por nada, ni por nadie, y no se le puede poseer. Es como el agua en la palma de la mano, que al cerrar la mano para poseerla, se escapa. Ocurre lo mismo en cualquier otro aspecto de la vida».
Según explica Vela, el Yin y el Yang son dos fuerzas antagonistas y complementarias que rigen todo el orden del Universo. «En general, serían Yin, el frío, la sombra, lo húmedo, lo ligero, lo alto, lo lento, lo centrífugo, la noche, lo femenino, lo blanco, etc. Y serían Yang, el calor, lo luminoso, lo seco, lo pesado, lo bajo, lo rápido, lo centrípeto, lo sólido, el día, lo masculino, lo negro, etc. También se ubican en lo Yin y en lo Yang, lo químico, lo biológico, así como los países de acuerdo a sus climas».
El Macrobiotismo
El profesor Vela agrega que «el macrobiotismo (macro=grande; bios=vida), o vida longeva, lo trajo sensei (profesor) Ohsawa a Europa hace cuarenta años. El macrobiotismo ayuda a lograr un ser humano integral, equilibrado, que es estar sano. Lo básico es la alimentación, y de ella, el arroz integral. La comida debe ser natural, o sea, que no sea procesada químicamente, basándose en las fuerzas Yin y Yang; siendo la medicina macrobiótica también natural, ya que no usa drogas o fármacos, y como paliativos sólo emplea acupuntura, masajes y moxas; y es preventiva, sabiendo que no hay enfermedades ni enfermos, sino más bien desorden, o sea, que no hay integridad».
De acuerdo al libro del profesor Vela, la acupuntura nos llegó de la milenaria China, y entre su resultados asombrosos se destacan las operaciones sin anestesia ni dolor, estando el paciente totalmente consciente. El profesor señala que «mediante las agujas se pretende equilibrar la energía, la que generalmente se encuentra desequilibrada, siendo la causa de lo que comúnmente se llama enfermedades, las que no son mas que una manifestación del desequilibrio de las fuerzas Yin y Yang».
El libro, Zen y Macrobiotismo Oriental
Puede que el libro tenga una cierta intelectualidad, lo que no sería muy Zen, pero según el autor, ello ha sido necesario para que las mentes occidentales lógicas y racionales lo puedan captar.
Refiriéndose a España, dice que hay un gran despertar. «Salió el libro sin ninguna publicidad, y me parece que ya está agotado. España desea conocer otras formas de pensar y vivir».
España y Europa
En cuanto a los ibéricos y el resto de Europa, Vela se inclina hacia la idea de que terminará por producirse la unión. «Europa es muy Yin, por su suelo, gente, clima, forma de vivir, etc., y lo ibéricos son muy Yang, por las mismas razones. Ambas fuerzas son antagónicas y complementarias, por lo tanto se necesitan.
Además, hay un acercamiento entre Oriente y Occidente en todo orden. Sin duda que la caída de nuestra civilización, por habernos apartado de las Leyes Naturales y creernos todopoderosos, ha hecho mirar a los occidentales hacia el oriente, buscando espiritualidad, gentes sencillas, y armonía. Estamos en la edad da Hierro o Kali Yuga, la más baja, y una vez que topemos fondo comenzaremos a ascender».
Pero advierte que tampoco hay que caer en una excesiva espiritualidad, como le pasó a algunos países del Oriente, agregando que «hay que integrar mente, cuerpo, y espíritu. El Zen es integrador porque cada uno es un Todo, pero siempre formando parte de un Todo mayor».
El Cristianismo
Yendo a lo inicios del Cristianismo según el profesor Vela, «Cristo escoge a doce apóstoles por tener doce signos el Zodíaco, y luego a cuatro, los evangelistas, por ser cuatro los signos fijos. Son, Mateo que es Acuario; Lucas, Tauro; Marcos; Leo; y Juan, Escorpión, que se transmuta en águila, representando este número cuatro a la cruz, que ya existía hace veinte mil años en Egipto, en la actual Esfinge. Luego le encomienda a Pedro la Iglesia, diciendo que era la Iglesia de Pedro, o sea, de petra, piedra, como se desprende del Apocalipsis de San Juan. Y la Iglesia se queda en la piedra, sin evolucionar, aunque ya se sabe que todo está compuesto de átomos, y que éstos tienen vibraciones, movimiento; que las cosas no están estáticas, por lo tanto todo está en constante cambio, pero la Iglesia no ha querido ver esto, y ahí están los resultados.
En lo que sí se ve el cambio, es en el centro de espiritualidad de la Tierra, que según el profesor Vela, estaba en los Himalayas y ahora ha cambiado a los Andes, pasando por los Pirineos y los Alpes, ya que todo esto se da en las grandes alturas pero en Europa no causo mucho efecto. Agrega que «hay fuerzas telúricas, que son las que vienen de la Tierra, y fuerzas cósmicas desde el cosmos, y el ser humano se encuentra entre ambas».
China y el wei wu wei
Hablando de la actitud de China, dice que «es la del wei wu wei, o acción de la no acción, que es el ganar batallas sin librarlas, como lo demuestra entre otros hechos la entrada de China en las Naciones Unidas, ya que ni siquiera lo pidió, limitándose a aceptar. También las artes marciales orientales tan prostituidas en Occidente, ya que sólo se enseña la violencia, sin filosofía ni arte, tienen su origen en el Zen, ya que no oponen resistencia, y ganan con el esfuerzo realizado por el adversario».
Le leo al profesor Vela algo que escribí hace unos años.
El poeta y el pajarillo
Y el poeta hablando con el pajarillo, le preguntó:
— ¿Y por qué, teniendo bellas jaulas y bondadosas gentes para alimentarte, rehuyes del pan recibido bajo la sombra de un techo dorado?
– Porque me place hacer lo que tú hablas. Tu corazón unas veces llora y otras palpita de alegría. Es un constante cambio, como la noche con el día, como la vida misma.
_ Sí, pero es mucho más difícil el camino que eliges.
_ Y el águila al hacer su nido, ¿no lo hace en las partes más altas e inaccesibles?
_ ¿Eres tú como el águila, acaso?
– Soy un ave, pero no un águila, lo sé. Y tú, acaso no sientes como un niño, te ríes del mundo como un loco, y esquivas las jaulas tal como yo que soy un ave. ¿Qué eres tú, entonces?
_ ¡Si tan sólo lo supiera!
V. Huber: «Y tú, Cristóbal, ¿te conoces?»
C. Vela: «Sí y no. Me conozco en este camino relativo, en esta vereda, de la cual algo manejo; pero no me conozco en ese otro camino Real, que es el Superior, el Trascendente, ya que este me lleva, me guía, y me envuelve, no siendo yo más que un mero instrumento».
Una vez que me despido, me siento distinto. No soy el mismo que entré. ¿Qué guarda el Oriente que nos cautiva tanto? Ya de vuelta en el mundo normal y dual, lo veo distinto; mejor, pero a la vez, peor; y así sigo, caminando y pensando…