Seminario, Universidad Central, Santiago, Chile
Facultad de Ciencias Económicas y Adminstrativas
Ya no vale compararnos con los peores,
estamos compitiendo con los mejores
Enero 2003 Vladimir Huber
Chile es la excepción en un «panorama latinoamericano horroroso»… nos comenta el destacado profesor chileno del Massachusetts Institute of Technology (MIT), Arnoldo Hax, en referencia a como ve la realidad económica continental en relación a nuestro país. Y en cuanto al famoso caso coimas y transparencia en general, agrega en una entrevista con El Mercurio del 27 de diciembre, 2002, que «puede parecer absurdo, pero el escándalo de los sobresueldos y las coimas sirve para destacar la seriedad y honestidad que Chile tiene». En muchos otros países ocurre lo mismo, pero se le considera como algo «normal».
También, señala que en un estudio sobre transparencia y honestidad hecho por PriceWaterhouseCoopers en todo el mundo, Chile no sólo sale muy bien evaluado, sino que por encima de Estados Unidos, algo que sorprendería a muchos chilenos.
En cuanto a la preparación que recibe el personal de empresas, El Mercurio de esa misma fecha señala que las campañas del SENCE han ayudado, pero no lo suficiente para promover la capacitación, ya que todavía hay mucha resistencia de parte de los empresarios para capacitar a su personal. Como muestra, las estadísticas del SENCE relatan la triste realidad de que sólo se utiliza el 30% de los fondos disponibles para capacitación, cuyos recursos en el 2002 ascendieron a US$300 millones.
¿Hay necesidad de capacitación en Chile? En datos concretos, según la Organización Económica para el Desarrollo (OECD), «el 40% de los trabajadores chilenos no terminó su enseñanza básica o media; el 80% de los adultos no tiene una comprensión de lectura suficiente; los egresados de educación media tienen una comprensión de lectura inferior a la de los alumnos de octavo básico de Europa, y el 13% de los gerentes de empresa está en la categoría de alfabetismo disfuncional».
Es decir, el factor o capital humano ha sido olvidado, postergado, relegado a un segundo o tercer plano, muy distante de la prioridad típica del empresario tradicional, que es destinar la mayor parte de los recursos a la adquisición de la maquinaria que se requiere para la producción en una empresa. Algo necesario, pero incompleto si postergamos al capital humano, que es quien usará esa maquinaria.
En La Nación del domingo 29 de diciembre del 2002, los periodistas Alex Farfán y Juan Walker citan a un importante financista nacional en relación a los Tratados de Libre Comercio, diciendo que, «más allá del acceso a los mercados, los tratados producen un upgrade de la imagen de Chile, y eso es ponerle un sello que lo transformará en un país muy diferente al que estamos viviendo».
Como consecuencia de factores externos —como es la llegada de empresarios estadounidenses y europeos a nuestro país, así como nuestro propio evolucionar— nos vemos enfrentados a un cambio cultural para el cual la mayoría de la población no está preparada. Y ante esto, nos resistimos en todos los niveles, y especialmente, en los centros de decisión.
¿Estamos preparados para dejar el rol de exportador tercermundista, para transformarnos en algo más acorde al rol que comenzamos a actuar? Farfán y Walker explican que en ello «se encuentra el núcleo de estos acuerdos: en la posibilidad de comenzar a ser un país que puede ofrecer capacidad para la instalación de empresas de productos y servicios con alto valor añadido, un territorio que gracias a los tratados se convierte en plataforma exportadora de nuevos productos, muy diferentes a las tradicionales materias primas, con más tecnología y más inteligencia».
¿Qué hacer para cambiar el modo de producción, con el fin de que apunte hacia un modelo de exportación de productos con valor agregado? Se requiere un cambio de mentalidad, de forma de pensar y sentir, para que el actuar sea acorde a lo que ocurre en los centros de toma de decisiones a nivel mundial. Ya no vale compararnos con los peores, estamos compitiendo con los mejores.
«Una de las tareas principales será la adaptación y formación de las personas, para que sean capaces de responder a la fuerte necesidad de profesionales y mano de obra calificada que comenzará a producirse cuando los pactos comerciales entren en plena vigencia, dentro de dos o tres años», agregan Farfán y Walker.
Esto decían los expertos hace dos años. El futuro ya llegó, los TLCs están en plena vigencia, y se nos acabó el tiempo para prepararnos para el futuro.
La pregunta sería, ¿cuándo es demasiado tarde para darse cuenta de que el cambio sólo se puede llevar a cabo ahora, ya que de lo contrario, servirá de bien poco?
La respuesta obvia es, si no hacemos los cambios ahora, corremos el riesgo de quedarnos atrás a tal punto, que las empresas nacionales serán superadas por empresas con gente actualizada a todos los niveles, con amplios recursos tecnológicos, económicos, y de la índole que sea necesaria para competir a ganar en un mundo globalizado. Aun no hemos tomado consciencia de que estamos jugando en las ligas mayores, ya que seguimos pensando con un enfoque cultural tercermundista. Es la hora de la decisión… despertamos ahora, o dormimos para siempre.