Seminario, Universidad Central, Santiago, Chile
Facultad de Ciencias Económicas y Adminstrativas
Cambio cultural, en búsqueda del río que fluye
Enero 2003 Vladimir Huber
En este curso trabajamos con el cambio cultural que implica este cambio laboral, personal, y social que se podría resumir en una transición de la máquina de escribir al computador. Cubriré los aspectos que se hacen cada vez más urgentes con la pronta llegada de empresarios europeos, estadounidenses, coreanos, así como de otras nacionalidades, ya que se encuentran en estudio acuerdos con varios otros países. Por razones del tamaño de las economías que representan y del monto de las inversiones que hacen en Chile, los estadounidenses y europeos han acaparado la mayor atención de los medios de comunicación, así como de la comunidad política y empresarial, de organizaciones laborales, y de otros grupos cuyos intereses se verán afectados en una variedad de formas por estos Tratados de Libre Comercio (TLC).
Los temas que considero se hacen cada vez más urgentes como resultado de estos acuerdos, se pueden resumir en lo que llamo el cambio cultural. Esto se refiere a que somos del Tercer Mundo, nos guste o no, y muchas de nuestras costumbres son el producto de esta condición. Suena como echarse abajo, pero quizás sea la única forma en que algo se pueda cambiar, llevando a cabo el reconocimiento de esa condición. Hasta que no reconozcamos en donde estamos, como individuos y sociedad, no podremos hacer algo para avanzar desde ese lugar. Es similar al enfoque de Alcohólicos Anónimos, en donde lo único que se le pide al participante es que reconozca su condición. Afortunadamente, nuestra condición no es tan grave como para entrar a AA, pero en cuanto a la costumbre de pensar, sentir, y actuar de una cierta forma, la que hemos venido utilizando por numerosas generaciones, es algo similar a una adicción, en este caso, de comportamiento. Por ello, es posible que nos resulte difícil cambiar estos comportamientos, aunque estemos de acuerdo en que no nos ayudan, ya que son parte de un proceso adictivo, y por ende, ejercemos una resistencia al cambio.
Dentro de este enfoque, ¿es posible que el empresario chileno cambie, así como los empleados que trabajan en sus empresas, y que esa mnisma evolución se produzca en los políticos que establecen la legislación para que estos acuerdos funcionen dentro de un marco legalmente establecido? Pareciera como algo imposible de realizar, o de un enorme esfuerzo, pero quizás no lo sea tanto, y por razones bien concretas. En realidad, la más concreta de todas, la razón que ningún empresario puede darse el lujo de no considerar, se refiere a la última línea en el informe que los contadores le entregan a la junta de accionistas, es decir, si hay ganancias o no, y si no las hay, alguien será responsable. Ahora, ese momento ha llegado.
Hasta hace bien poco, un empresario chileno estaba protegido por fronteras que no eran en absoluto porosas, ya que estaban selladas a la competencia internacional. Luego, comenzaron a entrar productos importados, y el intercambio fue cada vez más fuerte. Así y todo, jamás hemos tenido en vigencia los acuerdos que nuestro país acaba de firmar con EE.UU. y Europa, y por ende, no hay un referente para usar como pauta a seguir, y los empresarios buscan formas para afrontar esta competencia en el patio de su casa, en igualdad de condiciones con empresas multinacionales que tienen cualquier «espalda» tanto financiera como de recursos tecnológicos y de capital humano. Entonces, ¿fue una mala idea llevar a cabo estos acuerdos? De ningún modo, aunque los hay que están diciendo justamente eso, pero son una minoría. Concentrémonos en lo positivo de los acuerdos, y cómo pueden nuestros empresarios y empleados estar preparados para funcionar como miembros igualitarios en la competencia con las empresas del primer mundo.
El propósito de este curso es ayudar a los chilenos interesados en cambiar aspectos de su persona, a comprender lo que llega del exterior, y luego, ver la forma en que los chilenos puedan estar más a tono con las habilidades que traen los miembros de esas empresas. Aquí es importante aclarar que no porque los estadounidenses y europeos tengan ciertas cualidades culturales, signifique que debamos adoptarlas. Es decir, no todo lo que ellos tienen y son es intrínsicamente mejor que lo que nosotros, chilenos, tenemos y somos. Es importante aclarar este punto, para que no entremos en una visión colonialista cuyo lema sería… «si es foráneo, es mejor». No queremos entrar en prácticas de pensamiento y acción que nos hagan regresar en la historia, en vez de movernos hacia adelante.
En cuanto a la parte práctica, suelo preguntarle a cada participante del grupo sobre lo que cambiaría en su vida laboral, y luego, en su vida personal. Cada persona contesta dentro de lo que desea, ya que en un comienzo las respuestas serán bastante superficiales, pero paulatinamente, en la medida que los participantes continúen interactuando, el grupo será cada vez más cohesionado. Esta cohesión es básica, ya que es un elemento básico para lograr una actitud dispuesta a funcionar dentro de los parámetros del trabajo en equipo.
La pregunta sobre la vida laboral y personal tiene un ingrediente implícito, que es el entendimiento que uno se lleva la casa al trabajo, y viceversa. Antiguamente se pensaba que lo que ocurriera en la casa no afectaría el rendimiento laboral, y que los problemas laborales no afectarían en lo más mínimo a la familia en casa, ya que eso sería algo que uno dejaría completamente en la oficina. Como utopía es una buena idea, pero es sólo eso, algo ilusorio, ya que por experiencia propia sabemos que si lo laboral anda muy a mal traer por una serie de razones, al llegar a casa con la cara larga… en la expresión coloquial, «pateamos la perra».
Yendo un peldaño más profundo en este enfoque, es importante y totalmente necesario que la persona comience a dar los primeros pasos en el proceso de ahondar en su entendimiento, visualizando aquellos aspectos de su personalidad que le causan problemas laborales. No se trata de cambiar estos aspectos inmediatamente, sino que al menos, tener consciencia de ellos, y desde allí, comenzar un proceso de cambio paulatino, de acuerdo a lo que cada persona esté dispuesta a trabajar en sí misma. Al menos, los participantes sabrán de donde vienen las barreras, y qué hacer al respecto. Ese es un enorme paso en el camino de acceso al poder interno, a ese constante fluir del río de la vida, desde donde nace el poder externo real.